jueves, 28 de octubre de 2010

Confesiones de una censista

Ayer, durante el censo, me di cuenta que realmente me gusta escuchar a la gente.
Pero no me gusta escucharlas individualmente como una psicóloga; me gusta escuchar sus problemas y sus puntos de vista, sus propias realidades, su forma de ver y sentir el mundo, sus necesidades, lo que tienen para decir, lo que les toca vivir. Me gusta descubrir las pequeñas realidades de cada persona y comprender así los diferentes puntos de vista de la gran realidad, de la misma sociedad. Por eso estudio historia. Porque esas mismas realidades me interesa rastrearlas y encontrarlas no sólo en diferentes situaciones, sino también en diferentes momentos; me gusta descubrir esas necesidades que fueron y siguen cubriendo a los hombres y mujeres y, a la vez, las diferentes formas de resolverlas que, a veces, no son tan diferentes.
Me gusta entender a la gente; sí definitivamente me gusta entender a la gente, a la multitud, a la sociedad, al sistema, al mundo. Comprenderlo, analizarlo y criticarlo; en su totalidad, no conformándome con una parte.
Me gusta comprender y analizar el mundo, y quizás algún día poder hacer algo para transformarlo.
Definitivamente me gustó ser censista y también me gusta estudiar historia.